El Águila Azul
en El Águila Azul en la web

Nicodemus, o la Fe
(a la manera de Platón)

SÓCRATES.-¡Por Zeus, Calisto! No puedo dar crédito a lo que mis ojos están viendo. ¿Será posible que sea aquel nuestro buen amigo Nicodemus?
CALISTO.-¿A quién te refieres Sócrates? Porque mis ojos no son lo que eran cuando mancebo, y, en honor a la verdad veo varias personas viniendo por el camino. El de la izquierda no ostenta altura suficiente, por lo cual debo descartarlo; aunque el del centro podría ser de su talla, queda ipso facto eliminado porque Nicodemus, hijo de Argus, jamás llevaría una túnica carmín; ergo deduzco sin temor a yerro que al caminante de la derecha estás tú refiriéndote amigo Sócrates.
SÓCRATES.-Mi querido Calisto, temo decirte que tu lógica no es precisa; pero no es defecto de tu razón sino de tus ojos, que, como bien tú dices, ya no tienen la lozanía de un efebo. A ninguno de ellos me refería yo, sino al que viene detrás a paso calmo. Acaso venga meditando alguna idea, ya conoces a Nicodemus, hombre de fe y sabiduría.
CALISTO.-Adorado Sócrates, ahora lo veo claro como las aguas del Haliacmón. Tus ojos son aún los de un lince.
NICODEMUS.-¡Sócrates! ¡Calisto! En buena hora os encuentro.
SÓCRATES.-¿Qué venías meditando Nicodemus, que tan pensativo deambulabas?
NICODEMUS.-Pensaba en la virtud de la fe. Tu bien sabes apreciado Sócrates que las virtudes son el objeto contínuo de mis cavilaciones, y la fe es una de las más importantes; guía al hombre por el sendero de la verdad y la justicia; y este sendero posee las flores más bellas que ser alguno pueda hallar.

SÓCRATES.-Considerándote como lo hago entre las personas más sabias y honradas, amado Nicodemus, doy por cierto que elevarás mi sabiduría y tendrás a bien explicarme cuáles son esas flores tan bellas que el sendero de la fe te proporciona.
NICODEMUS.-Esas flores son sencillamente todas y cada una de las demás virtudes, querido Sócrates: la piedad, la honradez, la justicia, la humildad, la templanza, la santidad y cualquiera otra cualidad del alma humana que podamos llamar Virtud.
SÓCRATES.-No estoy muy seguro, amigo Nicodemus, de que todos y cada uno de los logos que me representas con esas palabras, si bien comprendo cabalmente son cualidades muy importantes del alma del hombre, sean exactamente lo que llamamos virtud; en especial el término fe.
NICODEMUS.-¿Pero qué virtud más evidente que la fe? Ella proporciona al hombre, amén de su sendero que coduce póstumamente al Hades y el óbolo que sobornará a Caronte para que podamos cruzar el río Aqueronte y proseguir nuestro viaje a los Campos Elíseos, una felicidad plena en esta tierra por saber de antemano cual será nuestro merecido destino en el inframundo.
SÓCRATES.-¿No es para ti la fe ninguna otra cosa que la creencia en algo o en alguien, y viceversa? O quizá en un destino, una persona, un sueño que anhelamos para nuestra vida o la de nuestros seres queridos, o en los dioses del Olimpo, por dar algunos ejemplos entre muchos que se me ocurren en este momento.
NICODEMUS.-Por cierto que estamos en un todo de acuerdo. No veo por qué oculta razón no habrías de pensar entonces que la fe no es una virtud; ayúdanos con esto Calisto.
CALISTO.-Yo creo que lo que Sócrates quiere decir es que la fe, en tanto creencia, no es ni buena ni mala en sí misma; no es ni virtud ni vicio.
NICODEMUS.-Pero eso no tiene ningún sentido; está más que claro que la fe no es un vicio, porque es una cualidad del todo bella y provechosa para el espíritu humano, y por tanto no puede más que ser una virtud, y en verdad te digo que es la principal. Sin la fe la vida del hombre sería tormentosa y sin sentido; la fe nos da las fuerzas para recorrer la vida.
CALISTO.-Creo que en eso tienes total razón Nicodemus, pero que sea conveniente no significa ipso facto que la fe sea una virtud.
SÓCRATES.-Dime querido Nicodemus: Consideras la música que fluye de una lira o de un tranquilo arroyo una virtud.
NICODEMUS.-Te pido que no te burles de mí, Sócrates.
SÓCRATES.-Nunca podría hacerlo amigo mío. Pero sólo contesta lo que te he preguntado.
NICODEMUS.-Claro que esos sonidos son bellos, pero no podemos llamarlos virtud porque las virtudes son atributos de los hombres; y, como tales, pueden con esfuerzo y perseverancia, ser alcanzadas por ellos ya que poseen conciencia y voluntad, pero no por objetos o animales.
SÓCRATES.-Acaso no podríamos decir de un perro que pelea con otro por comida y lo lastima pero no lo mata que es piadoso.
NICODEMUS.-Creo que podría concedértelo en ciertos casos del mundo animal, pero nunca puede haber virtud en el reino mineral.
SÓCRATES.-¿Dirías que la belleza en un cuepo moldeado como un Adonis puede llamarse una virtud?
NICODEMUS.-Por cierto que puede Sócrates, y con toda justicia.
SÓCRATES.-Y de un hombre viejo y decrépito dirías también que es bello físicamente, que tiene la virtud de la belleza.
NICODEMUS.-De ninguna manera Sócrates, en ese caso podríamos llamar bello a cualquiera.
SÓCRATES.-Supongamos que el anciano se esfuerza y persevera por medio de una férrea voluntad, decidido a ser bello; dime Nicodemus: ¿podríamos entonces decir que el viejo posee la virtud de la belleza?
NICODEMUS.-Me temo que eso sería imposible; nunca podría compararse a un Adonis.
SÓCRATES.-Creo que ahora tú te estás burlando de mí. Acabas de decirme que una virtud puede ser conseguida por seres animados dotados de conciencia y voluntad, en caso que se lo propongan, pero ahora me dices que el pobre viejo no tendrá esperanza alguna en conquistar la virtud de la belleza.
NICODEMUS.-En verdad me parece muy extraño, pero debo reconocer que la belleza puede no ser una virtud; aunque ya me doy cuenta dónde estuvo mi error y procederé inmediatamente a subsanarlo.
SÓCRATES.-Instrúyeme entonces estimado Nicodemus.
NICODEMUS.-El error fue considerar las virtudes como cualidades aplicables a cualquier parte del ser humano, cuando en realidad son inherentes al alma. Por ello la belleza del cuerpo no es una virtud sino una cualidad deseable, mientras que la belleza del alma sí lo es, y puede ser alcanzada mediante esfuerzo y perseverancia por todo ser que se lo proponga, así como cualquiera otra virtud.
SÓCRATES.-¡Excelente! En verdad has rematado la definición de virtud de una manera formidable. Ahora discúlpame pero estoy empeñado en aprovechar al máximo tu sabiduría; por favor acabemos con el tema de la fe.
NICODEMUS.-Como verás, ahora que pude hacerme entender con toda elocuencia, me será muy fácil demostrarte que la fe es una virtud, porque se aplica al alma, y cualquiera puede tener fe si se lo propone.
SÓCRATES.-Debo confesarte entrañable Nicodemus que me hallo algo confundido. Supongamos que yo te digo que puedo volar, ¿podrías hacer el esfuerzo de creerlo sinceramente?
NICODEMUS.-Seguro estoy de que por más que me esforzara nunca te creería, Sócrates, porque es imposible que un hombre pueda volar como un pájaro.
SÓCRATES.-¿Se diría entonces, según concordaste conmigo en que creer es tener fe, que al no creer tú que yo puedo volar entonces no tienes fe en ello?
NICODEMUS.-Efectivamente, podemos decir que no tengo fe en que puedes volar.
SÓCRATES.-Pues amigo mío, ¿cómo puede ser la fe una virtud cuando por más que te esfuerces hay cosas en las que no puedes creer sin engañarte a ti mismo ni a los demás?
NICODEMUS.-Mira Sócrates, tú no me estás entendiendo nada de lo que digo y tergiversas todo. Está más que claro que la fe es una virtud, y no tiene nada que ver con volar.
SÓCRATES.-Creo que entonces tendremos que revisar nuestros razonamientos, porque seguramente hemos cometido algún error involuntario.
NICODEMUS.-Desde luego así ha sido, pero tendrá que ser otro día; debo seguir mi camino y continuar con mis reflexiones. Adiós Sócrates, adiós Calisto.
SÓCRATES.-Ha sido muy grato que compartas con nosotros tus profundos conocimientos Nicodemus.
CALISTO.-Adiós Nicodemus.

Sergio W

3 huevos dejados:

Anónimo dijo...

Ojo este razonamiento:
¿cómo puede ser la fe una virtud cuando por más que te esfuerces hay cosas en las que no puedes creer sin engañarte a tí mismo ni a los demás?
Excelente, tan superficial y tan profundo...
(avedepaso, Foro Sabina: http://www.joaquinsabina.net/foro/)

Anónimo dijo...

¿cómo puede ser la fe una virtud cuando por más que te esfuerces hay cosas en las que no puedes creer sin engañarte a tí mismo ni a los demás?
en cuanto a eso, yo estoy de acuerdo, la fe no puede ser una virtud, porque sería algo metódico el fabricarsela y, si tiene uno que creer en cosas increibles para ser virtuoso; estamos jodidos, además de que surge un error de concordancia, engañrse a si mismo como a los demás para creer ya esta promoviendo un vicio: la mentira.
(Lunier, Foro Sabina: http://www.joaquinsabina.net/foro/)

Anónimo dijo...

En lo que a mí respecta, no veo a la fe como una virtud, como tampoco creo que uno deba "trabajar" o esforzarse para tener fe en algo, en alguien; simplemente está en uno o no y puede existir respecto de algunas cosas, no creo que necesariamente una persona con fe, deba sentirla hacia todo lo que se le presenta ante sus ojos. En mi la fe se encuentra de manera latente para manifestarse expresamente en esos momentos que uno requiere de un salvavidas para mantenerse a flote y ganarle a la tormenta. ¿será eso fe, consuelo, necesidad de esperanza, necesidad de algo?..no lo sé...pero así es, así lo siento.

saludos!! (y por cierto, muy bueno el diálogo).

(majose, Foro Sabina: http://www.joaquinsabina.net/foro/)

Publicar un comentario

"...y me encontré a mitad del tiempo sobrevolando los cielos y el infierno"
Deja tu COMENTARIO:

 

A Vuelo de Águila

La consciencia es un espasmo del caos.