El Águila Azul
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Pasiones de Fénix


a Cristina Beatriz


Se esparce la arena del tiempo en sus yemas purgando el presente,
Se tiñen de añiles sus venas del alma creyéndole ausente,
Amarra el pasado en los sueños gastados
el pájaro herido, callado y dolido
que anida en el sol de su pecho.
La loba que urdía al acecho un ataque de luna
sueña echada en el mar de su cama batallas vencidas
corazas heridas, corazones abiertos con dagas de lunas de plata
Añora vientos en el alma que izaban un día sus velas,
flechazos y flechas certeras que hincaba Cupido
en el mar de sus venas.
Sus cinco luceros ardientes hoy trazan su cielo
regando con lluvias de llanto de madre
los campos de dicha y consuelo.
Tesoro brillante, orgullo en la frente,
frente en los labios de madre que ama y que siente.
Y en medio de tanto pasado añorado,
de tanto retoño presente:
De pronto emerge de su vientre
pertinaz remolino de sueños y amores y fuegos ardientes
despierta la loba que un día acechaba un ataque de luna
Encrespa el albor de las olas del mar del amor,
de la piel erizada de verlo,
de las calas mojadas que esperan sedientas
el barco que atraque en su muelle
Y el barco que atraca,
y su centro que estalla y se muere
que estalla y se muere.
Volcán de deseos que son lava ardiente,
pasión que renace del tiempo
cenizas que extintas creyera
mas eran...
pasiones de Fénix.


Sergio W

Puntos de vista

- Conejo: Alicia, llegas diez minutos tarde, como siempre.
- Alicia: No es que yo llegue tarde, es que todos los relojes están adelantados.
- Conejo: de cualquier modo llegas tarde, debes llegar a horario.
- Alicia: Pues todos deberían atrasar sus relojes y así notarían que yo siempre soy puntual.
- Conejo: ¿por qué no sales tú diez minutos más temprano?
- Alicia: Siempre lo hago y, afortunadamente, me distraigo con las flores del camino. De lo contrario siempre estaría llegando diez minutos antes del horario prometido, y eso sería muy descortés de mi parte.
Es hora de que me vaya, Conejo, no puedo retrasarme. Adiós.

Sergio W

Mi inseparable amigo Antonio

Cuando subí a ese tren aquel día pensé que sería un viaje más hacia Rosario, tal como solían ser esos viajes cuando quería escaparme del mundo.
Yo soy así. Un poco dandy, un poco un "clochart", un vaga-"mundo". Me fascina subir a un tren, tirarme en el furgón con los linyeras y escaparme del mundo formal para meterme en el submundo de mis amigos los errantes que vagan sin obligaciones, sin reparos y con la libertad que le otorgan a uno esas vias largas, tan largas como piernas de mujer, que siguiéndolas uno puede transportarse al paraíso o al peor de los infiernos.
Mi esposa me había dejado por otro tipo. ¿Una más, qué importaba? Al fin y al cabo, ¿para qué sirven las mujeres si no van a hacernos felices?
De todos modos, voy a confesarlo, la pena no lograba dejarme, o yo no podía deshacerme de ella.
No me faltaba nunca desde aquel día una botella de escocés bajo el brazo. De dandy ya poco me quedaba. Sin trabajo, con las cuentas del banco ya en rojo absoluto y apenas unos pesos en el bolsillo, pertenecía más al submundo de los desamparados del mundo que al mundo de los humanos corrientes.
Cogí aquel tren ya cuando estaba alejado unos treinta metros del andén, una vez que hubo partido, porque no tenía boleto. No era la primera vez que usaba ese truco y el guarda ya me había visto antes, pero por alguna razón, quizá por una compasión extraña hacia mí, nunca me había reclamado el boleto.

Carta para que usted sepa

Le escribo esta misiva, señorita, para el caso remoto y por si acaso no han notado su ojos en mis ojos un destello al mirar sus dos ojazos. Si me dirijo por escrito, usted entienda. No es que peque de quedado ni silente, es que congela mi lengua su sonrisa y me atraviesan mariposas por el vientre.
Si usted no sabe, señorita, yo le cuento, que mientras usted me mira se me fuga, el alma cabalgando con el viento y la boca se me queda medio muda. Ni hablar cuando me habla con ternura su boca que me sabe a chocolate que aunque quiera probarla no he probado pero me tiene loco de remate.
En el supuesto caso que usted sienta un cosquilleo extraño como el mío, le recomiendo con prisa y con premura me de señales con tacto y con buen tino. No es cuestión que ambos andemos por la vida con cosquilleos mutuos ignorados, si el destino la quiere en mi camino, es mejor que pronto lo sepamos.
Pero tengo el deber de prevenirla, tengo labios asesinos esperando, tengo besos de esos que le quitan el aliento, tengo abrazos para no andar olvidando.
En fin, yo quisiera que usted sepa lo mucho que la estoy necesitando, que si tuviera esta carta entre sus manos, supiera usted que ya la estoy amando.

Firmado, un suyo caballero

Posdata: usted ordena cuándo

Sergio W

Amores que nacen en Julio

Cómo contarle a esta lluvia de Julio
que por más que intente
su parca tristeza empapada
no puede aumentar la tristeza
que llevo guardada

Cómo decir sin palabras erradas
que lo enloden todo
que laten junto a sus latidos,
aunque ella prefiera estar lejos,
los latidos míos.

Cómo lograr que su orgullo dolido
ya no se lastime
que llore su llanto en mi pecho
que deje de estar al acecho
que nade en mi río

Palabras de lluvias de Julio
que vuelan al viento
queriendo ser aves que besen su alma
dejando una flor y un lamento

Palabras que nacen en Julio
palabras gastadas
queriendo ser suave caricia
que roce sus frías mejillas
desencantadas

Amores que nacen en Julio
dejando morir entre nuestras pupilas
una lágrima

Sergio W

Monólogo de amor disonante, en mí sostenido

- ¿Adónde va mujer con paso tan ligero y con ese aire de usted-aquí-no-existe?
Déjeme decirle que está desairando al futuro amor de su vida.
¿Soberbio? Claro que no. No es que lo diga yo, me lo dicen sus ojos que me miran con un brillo sorprendido.
Me lo ha dicho también una gitana esta misma mañana. Y yo le creo rajatabla a las gitanas que me dicen lo que quiero oír.
¿Atrevido? Pues, sí. Me atrevo a todo. ¿Y usted?
Espere, no se vaya. Es cierto, no me conoce. Yo sí la conozco.
No, no es porque pasa todas las mañanas por aquí. De hecho acabo de llegar de lejos. Nunca he estado en este pueblo.
Usted es como esas cosas que uno ha conocido siempre sin recordar haberlas visto.
Por ejemplo, conservo un recuerdo de la mueca de su sonrisa que nunca he visto,
Exacto, ¡ésa!
No, lo sé. Le he dicho ya que la conozco, no me pregunte más. No sabría responderle.
Al fin me ha sonreído. No se sonroje, no es necesario. Aunque adoro sus mejillas de crepúsculo de fuego.
Esas mismas, ¿lo vé?
Me alegra caerle bien. Le confieso que en un momento dado casi he llegado a dudar de que usted había sido creada para mí.
Fue sólo un instante, cuando pareció turbada al verme.
Sí, lo sé. Es debido a la emoción. Intenté inhibirla pero no pude. Mi pupila intentó luchar frente a ella pero se rindió y la dejó caer rodando, húmeda sobre mi rostro. Déjela allí. Esa lágrima me gusta porque rinde culto y es souvenir de nuestro amor.
También usted me ama pero aún no lo sabe.
No tema, no busco la mujer perfecta pero demando la mujer perfecta para mí.
Y usted encaja en esa categoría, como las gotas de rocío llegan al alba justo en el instante en que un poeta llora.
O quizá a la inversa, qué importa.
Lo único que entiendo son los sueños que se cumplen en verano. Y el chirrío de los grillos en la tarde. Y la luna gorda o flaca colgando de la noche. Y el río. Y el viento. Y usted. Esas cosas...
Cuando supe de usted fui feliz.
No sé cuándo, creo que siempre lo supe. Siempre fui feliz de antemano por saber que usted existía.
No importa el tiempo. ¿Eso qué importa? Si el amor es eterno.
Eterno como la vida de una mariposa que no conoce la palabra fin. Instantáneo y eterno como su vida o la mía.
¿Un sueño? No podría serlo, pues usted es tan real como mi vida. Si usted lo es, también yo lo soy.
¿Cuál es la diferencia?
¿Con qué vara se mide la felicidad? ¿Una vara real o una imaginaria? Pues ambas miden.
Hágame usted un favor: Si me despierto, convénzame de que seguimos soñando.

Sergio W

Versos a mi rorro verso

Vástago de la vagina de la noche
y mi locura
nació un verso deshilachado
un tanto cojo
Nadie daba un duro por su facha
de mala rima
pero a pesar de ellos y de todo
yo le quería
En un día rayado echó dos alas
a los costados
¡qué orgulloso de mi verso
que me sentía!
Viérame usted señor con mis ojitos
en aquel día
que se largó a volar orondo
por todo el cielo
Ensayaba tirabuzones azules
el caradura
yo que no sé mentir
fingí mi enojo
por temor que los dueños
de versos verdes
se mofaran del sencillo vuelo
de un verso rojo
El colmo fue cuando el crío en
acto de arrojo
salió indemne sin magullones,
de puro guapo,
cuando ensayó su vuelo rasante
de ripio flojo
¡Ay de mis nervios de larva!
¡Hechos guiñapos!
casi me descalabro
como un despojo
Después de tantos años
de compañía
me he acostumbrado mucho
a su porfía
¡Guay! si no lo tuviera...
¡qué desconsuelo!
que hoy lo llevo en el alma a
mi verso cielo


Sergio W

Soneto desesperanzado

Hablando de hombre a hombre con el viento
no por loco, más bien por desquiciado
que ella ya no está más a mi lado,
le he contado este sórdido lamento

Y le he pedido hacerme un juramento
que por ver mi semblante derrotado
de inmediato el céfiro ha aceptado
por menguar un ardite mi tormento:

Que le lleve los besos que le ofrezco
que me traiga un suspiro y mi ilusión
que termine el suplicio que padezco...

Volvió el viento soplando decepción
mas le dije: tranquilo, te agradezco
que me partas de un golpe el corazón

Sergio W

El ladrillo de mi universo

Descolgada de la noche de los tiempos
tras mi nuca se escapa una luz blanca
que me trajo al borde de este abismo
transmutando en mi conciencia un pensamiento
¿Qué es este mundo que llamamos mundo?
¿qué son las cosas, qué es el aire, qué es la vida?
Puedo entender perfectamente el misterio de una rosa
puedo sangrar por dentro de amor
por tus pupilas que no quieren ser mías.
Puedo descifrar la música, saborear la poesía...
pero no me pidas que explique
el porqué de las cosas.
Un instante girando sobre un eje
es el pasado, el futuro, es el presente
La realidad se emborrona, se deforma
no puede contenerse en su esqueleto
si miras con ojos indiscretos
verás que nada es lo que parece
La única realidad es lo que sientes
lo que siento, lo que percibes en un instante eterno
desgranado en tic-tacs de besos y caricias
que es el único reloj que marca el tiempo
Lo demás son fantasías de los niños
que juegan a la bolsa de valores,
de los tontos que juegan al poder,
de los ciegos que tienen ojos y no ven
el mundo que está ante sus narices.
Uno por costumbre llega a creer que el mundo es lo que vemos.
He pensado que todo eso está allí sólo para distraernos
de lo que en serio existe:
De un cielo teñido de rojo en el ocaso
hablando con silencios, tomados de la mano
anudados en las almas...
De una lágrima que brota de emoción,
de un Bécquer diciendo "poesía eres tú",
de un Neruda que escribe los versos más tristes,
de la luna enamorada de la noche,
de la noche primera en que regué tu flor con mi rocío
del secreto profundo del color azul...
Uno llega a creer que la felicidad es un lugar,
que despegar en un avión es volar
que soñar es dormir
que la seguridad es una pensión.
Uno termina muchas veces creyéndose esas cosas...


Descolgada de la noche de los tiempos
viaja una luz blanca que busca el infinito
Se abre el cielo en los pétalos de una flor
Las estrellas se desvanecen en la nada
se cierra el universo entre los muslos de la noche
De unos ojos amanece la mañana.


Puedo entender perfectamente la existencia de tus labios
puedo percibir la necesidad de los tequieros
puedo saber que existo cada vez que te beso
puedo palpar, soñar, sentir cada verso
pero no me pidan que viva en una irrealidad
donde la poesía no sea el ladrillo de mi universo


Sergio W

La princesa que quiso ser bruja

(A Beni)
La bruja de un cuento de vida
se siente encerrada entre muros de viento
se cree solitaria, se siente dolida
pasando las páginas ocres del tiempo
soñando canciones y danzas
temiendo a las flechas agudas
que harteras y crueles hirieron sus días


La bruja del cuento de Beni es su vida
que vuela entre nubes de incienso
que sueña despierta y dormida
soñando en las alas de un cuento
pasando las hojas del viento
llorando los versos que valen la pena
pintando de rosa y carmín la tela de sus días


La princesa del cuento, harta de rutina
se durmió detrás de los muros sedientos
de días más felices, de vidas cristalinas
y empuñó su escóbula seca de lamentos,
se lanzó a navegar por los vientos
disfrazada de brújula sin memoria
embrujando de amores, de luz y alegría.


Mi linda brujita, gallega, guapa entre las guapas,
quieras o no quieras,
entre harapos, pingajos y trapos
escondida detrás de guiñapos
brilla la princesa


Sergio W

Deseos para después del temblor...

(Dedicado con cariño a Raquel S. B.)
Chile, la noche que la tierra te tragaba
dejó huellas de tronar en los oídos
abrió la tierra firme que pisabas
quebró la paz con jadeantes estallidos

Como un gigante aplastando tus puentes
derribando las moles de cemento
replicando cada replica en los dientes
jugando al terremoto más violento

El día que María llegó a vivir a Chile sabía que deberia esforzarse mucho para salir adelante
pero nunca pensó que hoy estaría recordando su casa derrumbada hecha un montón de escombros, las carreteras cortadas como con una tijera, los muertos contados por cientos, la tristeza y el dolor pintados en cada rostro chileno.
La miseria tocando a las puertas del corazón humano, la bajeza de robar a sus hermanos, la vergüenza, el miedo, la represión...

Nunca pensó María que estaría hoy allí sentada en su sillón de su casa de Valparaíso, mirando por la ventana a los niños jugar como si toda esa tragedia ya no existiera, los autos circular por las carreteras, la vida transcurrir tan excelsa y plácida.

Y mirando por la ventana pensaba que todo aquello parecía un mal sueño, que el terremoto era un triste recuerdo del pasado.

Sin embargo, comprendió que el terremoto perduraba aún dentro suyo, en la forma de gritos, de grietas, de silencios penetrantes y de nuevos temblores, de sangre, de muertos, de rabia.
El bramido de las placas no cesaba en cada latir suyo, las lámparas encima de su cabeza aún parecían temblequear.
Esa sensación de estar en guerra con la tierra era terrible.

Asomándose a la ventana y viendo que la paz reinaba hoy en su Chile, se dijo que si la tierra ya había firmado la paz con los chilenos ella también cumpliría su parte del pacto y dejaría escapar todos esos fantasmas de la muerte que aún vivían en su interior.
Y sintió paz por primera vez en mucho tiempo, porque Chile SE HABÍA LEVANTADO...

Canta Chile con voces de montaña
una canción que lleve el estandarte del olvido
que se tiña de futuro lo vivido
que sigan a tus noches tus mañanas
Hoy vislumbré un Chile de coraje
que en un santiamén se levantaba.

Sergio W

Polvo

Un grano de polvo.
Un grano de polvo posado en un tronco que viaja en un río.
Un puñado de agua del río bañando las algas y el plancton pegado en la quilla de un viejo navío.
Tus ojos.
Tus ojos mirando los míos.
Mis ojos mirando la aurora que pinta con fuego en el cielo el estío.
El agua, la arena, las olas.
La rabia del agua babeando la playa.
Las babas del tiempo mojando la arena del reloj del alma.
El verdor.
La nervadura en la hoja más alta de un eucalipto añoso.
Sus ramas llorando tristezas que él mismo no entiende.
Un águila calva que es dueña del cielo, que es reina del mundo, que es dios, o que al menos lo piensa y lo siente.
La manzana de Newton, la huella de Armstrong, la lengua de Einstein.
Las balas de Lennon, las manos de Judas, las rimas de Shakespeare.
Un rabo de nube.
Un rabo de nube arrancado de cuajo a manos del viento.
Y el viento meciendo tu pelo que baila catalas y treguas con hadas de un cuento.
Y la luna y un trébol y el sol y un cristal y un gusano de seda.
Y una lágrima, un rayo de luna, un reloj marcando la una,
los bollos de pan de la abuela.
El instante en que el óvulo es alguien, la vida de un pez, tu niñez
o la dermis que viste el cadáver encinto de huesos,
incluso el hedor de su carne podrida y deshecha,
su materia esparcida y mezclada al fin en la tierra.
Y el recuerdo, y lo abstracto; la idea.
Los aromas, los mares, el aire, incluso el espacio,
las galaxias pobladas de estrellas.
La belleza, el dolor, la grandeza y los males.
Y los hombres, cada planta, cada piedra, cada ave.
Cada grano de arena, cada gota de agua...
Todo eso soy yo.
Y a la vez no soy nada.
Unas motas de polvo formando mi cuerpo que duran un mísero instante en el tiempo.
Un chasquido creador de una nada que llamamos vida, mariposa de un día, que se va a volar en un soplo de muerte que dura una vida.
Un vórtice eterno de polvo que vaga en la nada y alberga en su vientre una especie de alma.
Un dios que no sabe que es dios porque no le han contado.
Y un yo que no sabe si existe,
buscando su alma en los labios que aún no ha besado.


Sergio W


"Esa ráfaga, el tango, esa diablura,
los atareados años desafía;
hecho de polvo y tiempo, el hombre dura
menos que la liviana melodía"

J. L. Borges

El ego de Marian


Unas cosquillas. Una ráfaga fresca que va y viene. Un vendaval de sueños de colores que me vuela el pelo. Una corriente de aire ascendente que me eleva y me eleva y me eleva. Me suspende. Luego algo me arranca de repente de ese espacio, me desplaza un kilómetro en tres segundos. Y se frena. Y de nuevo me transporta a otro sitio en segundos. Y de nuevo. Y de nuevo.
Por fin mi mente controla mi cuerpo y bajo lentamente.
He notado que tengo alas (no se ven). Nadie las ve, o eso creo.
De pronto me río sin saber por qué. Pero en mi mente no dejo de ver pinturas que nunca antes había visto. Están por todos lados. Algunos colores tampoco los había visto jamás. No hablo de tonalidades entre colores conocidos, es como si nunca hubieses visto el azul y de pronto lo vieras.
Jamás pensé que pudieran existir colores más hermosos que el azul pero ahora sé que existen. No sé dónde puedan existir, pero los vi.
¡Mucho hambre! Me muero de hambre de repente. Una manzana estaría bien normalmente para media-mañana. Nada: tengo más hambre.
Un plátano generalmente es un alimento suculento que calma cualquier hambre urgente: más hambre.
De pronto percibo que en realidad no necesito ingerir alimentos. El hambre que siento es un hambre distinto; no es del cuerpo.
El alma también necesita alimentarse, pienso.
Casi involuntariamente estiro mi brazo, tomo un libro de mi biblioteca y comienzo a leer poesía. No puedo parar pero me alivia. Siento saciedad. Comienzo a sonreír. Otra vez las cosquillas, pero no puedo rascarme, creo que están mucho más adentro del cuerpo. Para ser más preciso, más allá del cuerpo.
Noto excitado que en mi mente veo claramente figuras exquisitas que van transformándose a medida que leo cada verso. Nunca antes me había sucedido una cosa así.
Es como si sensaciones distintas comenzaran a ser percibidas por mí, pero con la certeza de que siempre estuvieron ahí.

Adiós Sandro de América


"La noche se perdió en tu pelo
la luna se aferró a tu piel
y el mar se sintió celoso
y quiso en tus ojos,
estar él también"

Esta noche partió una leyenda
se quebró el tallo de la rosa rosa
se quedó su magia metida en las cosas
se llamó a silencio la Penumbra eterna


Por ese palpitar que se ha apagado
por tantos labios de rubí que no has besado
se quedó tu corazón pidiendo "fuego"
susurrando "yo te amo, yo te amo"


Y al final unos que se quedan
y al final los mitos se van
y al final nos queda la leyenda
Y al final, al final, la vida sigue igual...


Sergio W

Gente Necesaria

Hay gente que con solo decir una palabra
Enciende la ilusión y los rosales;
Que con solo sonreír entre los ojos
Nos invita a viajar por otras zonas,
Nos hace recorrer toda la magia.


Hay gente que con solo dar la mano
Rompe la soledad, pone la mesa,
Sirve el puchero, coloca las guirnaldas,
Que con solo empuñar una guitarra
Hace una sinfonía de entrecasa.


Hay gente que con solo abrir la boca
Llega a todos los límites del alma,
Alimenta una flor, inventa sueños,
Hace cantar el vino en las tinajas
Y se queda después, como si nada


Y uno se va de novio con la vida
Desterrando una muerte solitaria
Pues sabe que a la vuelta de la esquina
Hay gente que es así, tan necesaria.


Hamlet Lima Quintana
 

A Vuelo de Águila

La consciencia es un espasmo del caos.