El Águila Azul
en El Águila Azul en la web

Hablando de Ernesto...

Un pequeño corazón que late. Una condena. Un círculo y una espada.
Todos tenemos algo, un espanto, un corredor largo, una batalla. Y corremos llevando semillas que se escurren entre los dedos, regando el corredor hasta hacerse vacías las manos.
Seguimos adelante, andamos, desandamos, pero siempre al frente, oscuro o gris. Nunca tan iluminado como en nuestros sueños.
Esa es la fuerza, donde creamos, donde forjamos, donde reinamos. Donde somos dueños. Donde renacemos.
Miríadas de gentes y de voces y manos donde al final no hay nada. Sólo uno escapando y llegando al encuentro todo el tiempo.
Como el largo túnel de Ernesto.
Deslizamos la mano por las paredes del corredor mientras andamos para estar seguros de que está allí, de que no corremos hacia una nada.
El corredor, como en un sueño, de pronto es un laberinto borgiano, y corredor de nuevo, y laberinto. Con el extraño presentimiento de nunca haber elegido el camino en ninguna bifurcación. Con la creciente sospecha de que el laberinto desarmado no es más que el corredor de siempre, con una trampa de osos detrás de una esquina, con un belcebú con rouge detrás de la otra y así...
Así vamos espantando fantasmas con nuestra espada de humo, de lado a lado, en una mano, y el libro sagrado en la otra.
Maravilloso, insondable y trágico camino, donde no sabemos si somos: la espada, el libro, los fantasmas... O el propio camino.

Sergio W

0 huevos dejados:

Publicar un comentario

"...y me encontré a mitad del tiempo sobrevolando los cielos y el infierno"
Deja tu COMENTARIO:

 

A Vuelo de Águila

La consciencia es un espasmo del caos.